domingo, 29 de mayo de 2011

Mi mayo de 2011. Un relato de autoayuda (2)

1 de mayo: Domingo, Día de la madre, Día del trabajador, el Día que fallece mi abuelo
Antes de empezar con la tarde del 1 de mayo, apuntar que comparto la decisión de ir a la manifestación del día del trabajador el día antes con mis amigos, mi pareja, y mis padres. Curiosamente solo encuentro comprensión en mis padres, qué cosas!
 
Tarde del 1 de mayo, y días 2 y 3 de mayo: 
 Llego a casa a comer. Celebramos el día de la Madre y aprovechamos también para celebrar su cumpleaños, que es el 3 de mayo. Estamos toda la familia junta (los cinco, mi pareja y Queen, la perra). No recuerdo ni lo que comimos, ni de lo que hablamos. Fue muy divertido, hicimos a mi madre una performance familiar, le dedicamos composiciones musicales de los Álvarez-Pérez. Mi madre sopló las velas. Se le olvidó pedir un deseo. Volvimos a encender las velas y volvió a soplar. Esta vez con deseo incluido. Le regalamos un e-book, lo estaba deseando. Ah, mi madre justo cumplía 60. Nos hubiera gustado regalarle un viaje, pero como mi abuelo, su padre, está tan malito, no pueden decidir cuándo pueden o no pueden viajar. Así que un e-book está bien. (60 años / e-book / me encanta)
Terminamos la celebración, casi a las 5 de la tarde. Mi hermana mayor se va a Palencia para visitar a mi abuelo al hospital. Mi hermana pequeña baja a pasear a Queen. Mi madre se sienta en el ordenador a descansar y mi padre se prepara un whisky porque empieza el partido de su Mallorca. Yo estoy en casa, tumbada en el sofá. Suena el teléfono y es la triste noticia. Mi abuelo ha fallecido.
Es la primera muerte de un familiar tan importante para mí desde que yo tengo conciencia, desde que soy adulta. De las primeras cosas que pienso es que mi abuelo se muere el día del trabajador (campesino), y el día de la Madre (de quien se acordaba mucho en sus últimos meses). Mi abuelo murió con 95 años.
Vamos al hospital, estamos casi toda la familia (son 9 hermanos), más los primos (13), más mi abuela. Faltan los que viven en Madrid y en Santander, están viniendo... y un primo mío que estaba de vacaciones en Malta.
Es impresionante lo nuevo que te parece todo, desde la escenografía en la que te encuentras (el tanatorio), y al mismo tiempo lo poco que te reconoces a tí misma, a tus actos, y lo mucho que te sorprenden las reacciones de cada miembro de tu familia, en una situación de dolor. ¿Cómo cada uno de nosotros reaccionamos ante el hecho de la muerte? ¿Cómo lo expresamos? ¿Cómo nos quitamos las caretas, desaparecen las convenciones, y en general nos sentimos todos tan frágiles y faltos de herramientas para abordar el hecho? ¿Cómo se toman decisiones en un momento así? ¿Qué cosas empiezan a ser importantes que antes no lo eran y viceversa?
Para no extenderme, diré que todo el ritual de la muerte se extendió más de lo que a ninguno nos hubiese gustado. No pudimos enterrar a mi abuelo el lunes, tuvimos que hacerlo el martes. Tampoco pudimos enterrar a mi abuelo en el cementerio de la parroquia de al lado de su casa, que era lo que siempre habíamos querido.  Pienso en mi abuela, que desde hace años junto a mi abuelo, hablaban de este momento, de cómo sería, y se habían configurado todo un imaginario del hecho. Pienso que mi abuela se veía a sí misma, bajando de vez en cuando al cementerio, al lado de su casa, a visitar la tumba de mi abuelo... y todas esas imaginaciones, esos deseos, se los han arrancado (los curas, por cierto) :(
Yo soy extremadamente emocional, enseguida lloro, y así me ocurrió. También es cierto que procuré estar pendiente de todos y de cosas logísticas. Mi bolso era un maletín de necesidades básicas: bolígrafo, papel, crema hidratante, clínex, cacao, hibuprofenos, gominolas, tabaco. Uno de mis tíos flipaba con mi bolso, decía que era el de Mery Poppins, que todo lo que quisiera sacar allí estaría... y yo, le dije, pues a ver si sale de mi bolso el abuelo...
A pesar de que no pudimos estar en el momento de su muerte, yo me había despedido de él el jueves santo (una semana antes), y en el entierro, le dije unas palabras, tratando de que fueran unas palabras con las que todos mis primos se sintieran identificados y reconfortados. Pude decirlas, no tranquilamente, pero pude hablar. Hablé de la permanencia en la memoria, de la permanencia en los valores, de la importancia de la educación recibida en casa, de la ayuda entre nosotros, de lo mucho que le queremos, y de lo arraigados que no sentimos a la tierra de campos, en mi caso, sin haberlo trabajado nunca. Habiendo vivido siempre en una ciudad.
Paro ya, siento ser tan obscena.
Termino con algo bonito. Un día de verano fui a Palencia a ver a mis abuelos. Nos hicimos unas fotos preciosas. Una de ellas la colgué en facebook el día del cumpleaños de mi abuelo. A mis primos les gustó mucho esa foto. Prometí imprimírselas y enviárselas. Creo que nunca había escrito a todos mis primos.
La foto me la retocó mi amigo Carlos, me hizo los duplicados, me dio todo su cariño, y ahora mi abuelo está en casa de todos mis primos. Yo a su vez, tengo otra foto, en la que salimos los dos, que también me retocó Carlitos, ésta en blanco y negro. La tengo yo, la tiene mi abuela y aún se la tengo que dar a mi madre.
Hablo con mi abuelo casi todos los días. Le digo frases del tipo: Ay qué vida esta, que complicado es entenderlo todo y vivirla con energía.
Bueno, a pesar de tanta tristeza, de este momento duro, me sigo encontrando positiva. Qué importante es el amor de tus amigos, de tu familia, de tus conocidos... Qué importante es tener un proyecto vital, propio, con sus realidades y sus utopías, qué importante es asumirse a uno mismo, reflejarse en el otro, hablar de la muerte como algo natural para poder aprender a naturalizarla.

1 comentario:

  1. Jo Paula, me encanta cómo lo ves y lo comunicas todo.
    UN beso y fuerza! :)

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