miércoles, 10 de julio de 2013

El colibrí

Todas las mañanas, a las 6.30 a.m. se invita a tomar café en mi nuevo jardín un colibrí. Para él no es nuevo, por eso se toma la confianza de hablarme como un sabio, o un abuelo a quien se visita para pedir guía.

Paulita,  _dice_  ¿Vé cómo bato rápido y alegrísimo mis alas, tan veloz que no la doy chance de apreciar a cabalidad su color o su forma?. ¿Vé cómo muevo a la par mi cuerpito chiquito, lento, tranquilo... ? ¿Sabe por qué se mira armoniosa esta mi manera de pasiar? _Me pregunta_.

 - Porque sabe dónde y a qué viene, le digo. Sabe que lo que tiene que hacer cada día es beber el agua reposada de las flores del paraíso. Acto seguido, se desplaza hacia arriba y luego hacia abajo, como diciendo - Sí, se da la media vuelta y se marcha.

Ahí me deja y en eso ando perdida: pensando cómo le hace para tener un corazón capaz de equilibrar movimientos asíncronos,  cómo ponerle energía a las alas y calma al cuerpo, cómo encontrar la armonía para beber las aguas tranquilas del paraíso