Son tantas las cosas que voy acumulando que no puedo ordenar lo que me pasa racionalmente. Y sí, me da miedo hacerlo también. Y además, me siento sola. Es más fácil ordenar pensamientos en compañía, desde el diálogo.
Mejor, desde la práctica consciente de lo dialógico como herramienta de aprendizaje.
Aún no he encontrado aquí al compañerx con quien entablar ése juego, y yo estoy demasiado centrada en mí misma para establecer la escucha necesaria, para salir de mí y posicionarme en la mirada del otrx... verme desde fuera, etc...
Echo de menos las conversaciones con Amparo Moroño, ella me ayudaba a canalizar las ideas, a desenmoroñarlas, y así después yo solo las maleaba en la intimidad, las reposaba, y tarde o temprano salían fuera de mí al accionarlas, y volvían a mí al saber de dónde venía la acción.
Me cuesta escribir. No solo por el sobreexceso de información. También por el ego. Últimamente juego a escribir bonito. Es por el duelo. Estoy en duelo con un poeta querido. Él me escribe tan lindo, que yo quiero corresponderle... Entonces no me sale, porque la emoción supera al lenguaje, y obvio, yo no soy poeta. Y además, es difícil cuando una está sobre-emocionada, porque entonces vuelvo a lo básico, a lo verdadero, y no soy capaz de adornar mucho, ni utilizar giros, ni cuentos, ni metáforas. Y como no puedo, y escribir básico me asusta, no escribo. Por tanto, siempre pierdo en ése duelo.
Es adecuado el término duelo: como reto, lucha, luto y dolor.
Otra cosa es el tiempo. Llevo dos o tres días, o tal vez mucho más tiempo pensando, precisamente, en el tiempo, o en la velocidad... Empecé a leer a Paul Virilio hace un tiempo, creo que es el momento de recuperarlo, pero tengo empezados 6 o 7 libros a la vez. Hago un inciso. Es curioso que, haciendo la maleta para venir acá, agarré 10, 15 libros. De éstos, tuve que hacer una selección porque todos no me entraban, pero aún así me traje muchos. Hace un tiempo habría metido una novela y listo.
Volviendo al tiempo... creo que fue hablando con Amparo por skype que le dije que aquí estaba mucho más tranquila, que sabía los días que exactamente habían pasado desde mi aterrizaje, y que entonces, aquí el tiempo estaba pasando mucho más despacio que en España.
El último mes y medio en España, no sé si ya lo he dicho en alguna entrada... perdí la noción de tiempo. No sabía qué día de la semana era, ni en qué fecha del mes estaba, ni dormía en las horas normales. Ese descontrol del tiempo tiene mucho que ver con el modo de involucrarme en la #acampadaleon. Por otro lado, por mi trabajo, yo era la reina del calendario... planificar en fechas, pensar a dos meses vista... De hecho, cuando estuve en Marrakech con Amparo, nos decían -Prisa mata... y es cierto, entonces yo no lo entendía, Amparo sí... me lo repitió varias veces allí para hacerme pensar... Creo que también pienso en el tiempo por la diferencia horaria...
Y una vez más, como ya me he esforzado en vomitar, vuelvo al copy paste de dos comentarios que acabo de hacer sobre el tiempo... una respuesta en respuesta a la entrada de Mik Baro sobre nuestro encuentro; otro al hilo del #mpi23j en mi facebook:
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;) Señorxs casi 1 año de correspondencia con Mik! Me parece mentira, el tiempo ya no es el tiempo tal como lo conocí hace, por ejemplo, 2 años. El tiempo ya no puedo medirlo por minutos, segundos, etc... sino por experiencias, por encuentros... y así se dilata y se contrae de forma caprichosamente subjetiva
Gracias Mik!
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(...) Itaca te ha dado el bello viaje, sin ella no habrías salido, y si la encuentras pobre no es que Itaca te haya engañado, sabio como te ha hecho, sabrás lo que significan las Itacas (...)
Llevo dos días en España, en Sol, con todxs los indignadxs que han hecho las marchas... como siempre nostálgica... Me gustaría estar allí para bajar de la utopía al discurso realista
